jueves, 30 de mayo de 2013

Terrestre de Gustavo Tisocco: Una “Rayuela” poética, por Irene Marks

Penetrar en este libro es recorrer un mundo complejo, una trama “terrestre”, sostenida por senderos que la recorren como al descuido, y constituyen, sin embargo, los cimientos de la obra. Las sendas de gran delicadez están punteadas por una serie de poemas de doble estructura que asimismo meditan y reflexionan sobre la vida planetaria, ya sea desde el punto de vista de sus habitantes(“Del corral /al camión de ganado”), ya sea desde la óptica de los elementos que componen nuestro planeta (“Y volverá el desierto/ a ser mar”) y las grandes desgracias que aquejan a miles de personas, entre las que cabe mencionar especialmente las desgracias de la guerra(“Viven entre tanques”) y la pobreza (“Ese niño cayó/poco antes de llegar al pan”)
El yo lírico se compromete hondamente con la palabra, ya desde el primer poema del libro, donde hay una personificación de la poesía y se menciona la entrega recíproca entre la palabra y quien la trabaja (“me diste de tus manos/las líneas de la suerte y fui rehén/ de tus trazos de tinta”). Por otro lado, la poesía también asume su papel de verduga (“Hay días/ en que soy un látigo/desgarrando mi espalda”).y de “bestia” que posee al poeta  (Ella me saca/me pone en la jaula,/me amamanta/me deja sin comer.” ) Así, ya se nos adelanta el viaje cíclico que iniciaremos en uno de los caminos a recorrer.
Sin embargo, esta introducción no nos prepara para la entrada en un mundo que nos sumergirá en su totalidad, donde los temas y la forma van tomados de la mano para señalar el rumbo (para quien quiera verlo).Este es un mundo “terrestre” porque el yo lírico se asume como portador de un mensaje, y además porque nos habla de la infancia, de la magia, la muerte, la sexualidad, los hechos terribles que ocurren y toma partido, se desviste en esa palabra desnuda que marca la urgencia de un aquí y ahora donde nos enfrentamos a una encrucijada. Debemos siempre recordar la unidad entre la vida y la obra de Gustavo, que se da por ejemplo, en denuncias concretas, como cuando habla de Nemat Safavi en Irán/(”Y te llevarás parte de mí, de él, de muchos”) e incita al cambio(“Y será una revolución/amar después del vendaval”).  
Por ese motivo, zambullirse en este libro es andar zonas donde la infancia y la muerte se tocan (como el poema que habla de la muerte de Arielito) donde la naturaleza cobra gran importancia, al igual que la lluvia. Señalaré especialmente ese poema que comienza: “De chapa quiero mi tumba/de zinc/y retornar a las tardes aquellas,/tardes de siesta,/y lluvia golpeando en el techo.”  
Cabe destacar la frescura de las vivencias de infancia, con una auténtica mirada de niño (“Exiliado de las tardes/jugando a la payana”)y al mismo tiempo, el desdoblamiento, la visión del adulto que recuerda o denuncia (“Llora la niña que carga a la niña”).
La infancia, de hecho, señala los sueños simbolizados por esa mariposa que sería “vuelo durante la siesta” y lo efímero está señalado por la muerte de esos sueños en la adultez (“Pero un alfiler la atraviesa y es derrota”). La naturaleza nos canta también desde esa infancia, donde habitan las leyendas populares mágicas (”El niño no quiere dormir la siesta y se escapa al río, pese al Pombero, al dueño del sol”), con la naturalidad que llega de su Corrientes natal. Además, el anhelo de unión con esa fuerza “terrestre” lo marca: "Hubiera sido un milagro/permanecer/ por siempre en el verde”.
El final es una liberación que se manifiesta en forma poética, ya que se desata el fluir del torrente léxico, el ser que se abre en “el hombre triste” y también en la visión de sí desde los otros, en lo que quedará luego de la desaparición física: “Si preguntan por mí”.  
La muerte es vista desde dos puntos de vista, el natural y cíclico, integrado a la naturaleza, y el que es producto de la violencia (“Nosotros asustados, escondidos y dóciles,/sabemos/que alguien hoy se despide, será encontrado.”)En el primer caso advertimos la serenidad de la unión con el cosmos, mientras que en el segundo se nos presenta el desgarramiento, la inequidad, la represión (“Los caídos nos gritan desde el fondo/donde padecen frío,/abandono, sed,/ausencia de Dios”).  
Gustavo, al hacer un balance de este planeta , no olvida la magia, en el erotismo unido a lo sexual (“Yo amo a un hombre pez”) y el tono amatorio que se refleja en la voz de la naturaleza (“todos hacemos el amor/cabalgando bosques”) y en la rebeldía desde lo filosófico (“mordí todas las manzanas del paraíso/y hasta me burlé de la serpiente”) que se une a la pura pasión (“Piedad dirás después del beso/de la mordedura atroz/la fatiga”; “Nos amábamos sobre las uvas caídas”)  
Por último, esta rayuela a la que se hace alusión, como ya mencioné, consta de  estructuras que reflexionan, y a veces toman un sesgo de haiku (:“La cigarra canta (…)La felicidad/ depende de un instante”; “Fui barco/y olvidé al mar”; ”Un caracol sin casa/grita en la calle,/se muere en la calle/ se muere”.; ”Hay un animal caído/sobre tu sombra triste”; “A esa flor/le prometieron un jardín”), y nos van guiando a través de iluminaciones (“La poesía es una celda de luz/que nos mutila”) llevándonos a esta gran declaración de principios: “Después de todo me desnudo/y salto el muro”.  
Por eso, saltemos nosotros también el muro, y como en el caso de la Rayuela de Cortázar, hagamos nuestro este libro, transformándolo con nuestra lectura en un símbolo que nos represente también, para ahondar en lo “terrestre”, desde las diversas casas y saltemos hasta llegar al “Cielo” donde cada uno sabrá cuál es su más profundo anhelo, en lo personal y en lo que concierne a todos. Pues, como dice Gustavo, hay muchas cosas obvias que ignoramos: “Aire y mar /Ambos no saben /que comparten el cielo”.  
   
 
                                                                                  Irene Marks

miércoles, 22 de mayo de 2013

LEONCIO DEODAT, DESCUBRIDOR DE HISTORIAS - Presentación 24/05

vela al viento
ediciones patagónicas
 
presenta
 
"LEONCIO DEODAT,
DESCUBRIDOR DE HISTORIAS"
 
La edición que realizamos reedita el libro "La captura de la tribu del cacique Orkeke"
y reúne resúmenes de los trabajos del historiador Leoncio Deodat
en diversas publicaciones que obraban en poder de la Biblioteca.
 
 
 

Un párrafo de este magnífico libro:

"Es el atardecer. El sol cae al sesgo sobre el pórfido rojo de la quebrada. Al fondo de la ría atenúa sus colores la Bahía Uruguay. Hacia el sur la Isla Pingüin remeda un cetáceo dormido al vaivén de las aguas del Atlántico. A espaldas del Villarino, y no lejos del cúter Patagones que regresara en horas de la mañana trayendo a su bordo a Chanetón y a Oneto, la Roca Torre parece significar con sus dos brazos abiertos y en alto, una protesta muda o una desesperación de pie. Ya no hay paz en Puerto Deseado. Asoma a los espíritus la inquietud de lo por venir. La incertidumbre es un dardo invisible que se clava tenazmente en el cerebro. De pronto cunde un rumor persistente. Los oídos atentos, escuchan. Los ojos curiosos, indagan. Los brazos delatores, señalan la lejanía. Por la quebrada, viniendo del nordeste desciende sin prisa arreando los animales en confuso rebaño, los soldados de Roa y la cautiva gente de Orkeke. El sol, próximo a bruñir la línea del horizonte, ilumina el conjunto donde se destaca la masa humana moviéndose al compás de los caballos que avanzan al paso. Cincuenta y cuatro indios custodiados se ofrecen al inquisidor afán de los curiosos que atisban desde los buques surtos en el puerto. Destaca la tropa formando marco las rojas bombachas que se hunden en las botas de media caña, las chaquetillas azules y los chatos kepíes cubriendo caprichosamente la cabeza, ya terciados sobre una oreja, bien ciñendo la frente o a manera de un solideo, en la nuca. En el centro, los indios. Grandes quillangos les envuelven. Colorada vincha ajusta la híspida cabeza y altas botas de guanaco esconden las morrudas pantorrillas. Algunos, signo expresivo de su dolor, habíanse pintado en la cara franjas negras que formando un óvalo nacían encima de las cejas para terminar en el mentón. Las mujeres, coqueto distintivo de su sexo, lucen toscas alhajas de plata y collares de policromos abalorios. Orkeke daba realce a su categoría de cacique exhibiendo encasquetado un sombrero de fieltro. Profunda expresión de bondad en el semblante de los hombres y no disimulada altanería en el de las mujeres. Por entre el descompasado golpear del casco de los caballos, suben, severas como una protesta y graves como un dolor, las notas ásperas y monocordes de un estribillo salvaje, entonado a coro y repetido sin cesar, que Larraín traduce fonéticamente así: “Le quenque yaque de ya, le yu queleló.”"


(Leoncio Deodat, Descubridor de Historias, Vela al Viento Ediciones, 2013)

La presentación tendrá lugar el día 24 de Mayo de 2013 a las 20 horas,
en instalaciones de la Biblioteca Popular y Municipal Florentino Ameghino
de Puerto Deseado, Santa Cruz.

martes, 21 de mayo de 2013

Si cortarle la cabeza a la Gorgona, de Wenceslao Maldonado -

I.
 
ser perseo es demasiado incómodo / el cambio de un paisaje / el mapa en la guía de turismo / los retratos que se ven o se adivinan / y fuegos de la tarde juegos / que arde adivinar presencias y distancias / lo que baja sobre el mar egeo / surge entonces ser perseo / es demasiado absurdo hoy por hoy / alucinaciones / rojos de colores vivos / bermellones carmines púrpura escarlata / busco el nombre exacto para los corales del fondo / en escenarios que pasan y me atrapan / en el mediterráneo diccionario de tonos / con los ojos hechos sorpresa / ver la muerte misma lo sublime / cómo ser perseo feliz en el extremo / de esta agua irse / y de vez en cuando regresarse
 
XII.
 
pero no soy perseo más que a ratos / porque me falta el cuerpo sutil del vuelo / y algo más envejecí esperando / acaricio mi panza prominente toco mi barba blanca / entretengo mi falo fláccido de pena / entre distancias zeus viene a la noche / se empecina en revisarme los deberes / me obliga a levantarme de la cama para doblar la ropa / en cada percha pantalón y camisa de sonámbulo / hasta la sospecha de que ando en cosas turbias / con toquetearme el sexo no se debe / hay que lavarse los dientes hay que lavarse las manos hay que bañarse / por mandato de un dios omnipotente y avemaría / habría que llorar por no poder ser perseo todo el tiempo / en vuelos en corridas en viajes y distancias / de otro cielo y otra tierra padrenuestro
 
 
 
(de "Si cortarle la cabeza a la Gorgona", de Wenceslao Maldonado, edición bilingüe, 2012, título Nº 46 de Vela al Viento Ediciones Patagónicas, Comodoro Rivadavia)

lunes, 6 de mayo de 2013

Puertas abiertas - Presentación de YAOYIN y CUERPOS EXTRAÑOS


Las Ferias del Libro suelen ser esos lugares maravillosos donde uno va a buscar aquellos libros que quiere encontrar y termina encontrando aquellos libros que había dejado de buscar, o aquellos que creía que no iba a hallar nunca. Suelen ser lugares en los que los amantes de los libros estamos felices por tenerlos juntos y cerquita, pero casi siempre nos vamos también frustrados por haber tenido que dejar alguno o algunos en los anaqueles para la próxima vez.

Los editores somos esos lectores privilegiados a los que los libros nos llegan antes que al público lector, y participamos como verdaderos parteros en el nacimiento de ellos. Este privilegio, este honor y esta responsabilidad que conlleva la publicación de un libro se ven potenciados cuando se tratan de obras que particularmente nos gustan, que son del estilo de lo que leemos habitualmente, o bien cuando nos sorprenden tan gratamente que incluso nos generan la ansiedad por llevarlos a los ojos de los lectores y compartir la alegría de buenos libros para que todos los lean.

A veces, como en el caso de estas dos obras notables, nos parece que una edición de 300 ejemplares es corta, que debiera tener muchísimos más ejemplares para que todo el mundo pudiera acceder a ellos, sobre todo teniendo en cuenta la gran afluencia de público que hay en Ferias como ésta, o la gran cantidad de lectores que hay en Argentina y por supuesto en la Patagonia.

Noto con felicidad y orgullo, que en la Patagonia y sobre todo en nuestra provincia, Chubut, que la producción literaria crece pero que lo hace con una calidad increíble y prácticamente en forma silenciosa, o al menos lejos del interés de los medios de comunicación masiva. Me parece, y no creo exagerar con esta afirmación, que tenemos autores brillantes de proyección internacional, con obras importantísimas y hasta diría fundacionales que crearán nuevas generaciones de autores jóvenes bajo su influjo, y dentro de estos autores brillantes ubico a Silvia Iglesias.

El primer libro que leí de los dos fue “Cuerpos extraños” al que sentí cercano en su concepción y escritura por la economía de palabras y adjetivos, la precisión en la utilización del lenguaje y la forma de transmitir la idea de cada poema, así, directamente. El poemario nos interpela a través de lo que nos es extraño, pero no extemporáneo, sino como un espejo que permite ver lo que no se ve en nosotros mismos pero que sí podemos ver en los otros. Como escribí en el libro, reafirmo que la poesía de Silvia es, en este libro, algo así como una intersección entre el estilete y la caricia, y así trabaja en el ojo del lector, como un orfebre familiar, como si alguien que no conocemos nos acariciara distinto y a la vez extrañáramos ese mimo. Silvia es capaz de mostrarnos que hasta nuestro propio cuerpo es extraño. Es el libro, entonces, un mapa conocido de lugares ignotos, una invitación a desconocer lo familiar, una puerta de entrada con la cerradura en el umbral.

La primera vez que leí “Yaoyin” no tenía ese título y me atrapó el tono, las palabras y las reflexiones de Nina y Juan. Muy bien logrados. No es para nada fácil dar el tono justo a la voz de un chico y más difícil aun a un chico de las primeras décadas del siglo pasado, máxime al situarlos en la Patagonia. Yaoyin. Su clima, sus raíces, sus plantas, Yaoyin, las vidas que se cruzan y toman otros destinos, como los senderos en los cerros y la estepa, y ese momento en que se decide por uno u otro en el cruce suele ser definitorio, trascendental. Y Yaoyin como un mantra, como un llamado a la compañía silenciosa, al amigo incondicional que siempre está y acompaña, Yaoyin. Y el final de esta novela es una invitación a releerla. No dejen el libro por la mitad. Permítanse la sorpresa, permítanse el asombro.

Para una editorial como la nuestra, radicada en Comodoro Rivadavia y que tiene seis años de vida, 57 títulos publicados, 7 títulos más en imprenta y algunos más en proceso de edición, la aparición de “Yaoyin” y “Cuerpos extraños” es motivo de orgullo y celebración. Orgullo por el sello y por chubutenses, por contemporáneos de Silvia y porque entendemos que su obra es notable y brillante. Celebrar con alegría estas publicaciones es desear que tenga los miles de lectores que se merecen estas puertas abiertas a la belleza, al pasado, al presente, a nosotros, a la Patagonia, a su vida y sus espejos, sus cruces y su destino, su historia y nuestras historias.

Gracias, Silvia, por confiar en Vela al Viento el cuidado de la edición y publicación, y gracias a todos por su presencia y por favor no dejen de comprar y regalarse estos libros maravillosos.


Rubén Eduardo Gómez
 39ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
5 de Mayo de 2013